jueves, 18 de noviembre de 2010

Metamorfosis

Era un cautivo beso enamorado
de una mano de nieve, que tenía
la apriencia de un lirio desmayado
y el palpitar de un ave en la agonía.
Y sucedió que un día
aquella mano suave
de palidez de cirio,
de languidez de lirio,
de palpitar de ave,
se acercó tanto a la prisión del beso,
que ya no pudo más el pobre preso
y se escapó; más, con voluble giro
huyó la mano hasta el confín lejano,
y el beso que volaba tras la mano,
rompiendo el aire, se volvió suspiro.
Luís G. Urbina, 1868

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