miércoles, 20 de marzo de 2013

Ikea


Mis pasos sonaban silenciosos entre los libros. La luz de un atardecer de primavera se colaba por el ventanal como una novia celosa de su amado, y el silencio oprimía mis oídos y mi corazón.
Me senté en el suelo cruzando las piernas y observé todo a mi alrededor. Las estanterías se alzaban infinitas hasta el techo, repletas de historias. Todos los libros parecían susurrar al mismo tiempo… pero hablaban bajito, tan bajito que yo no alcanzaba a entender lo que decían.
Desenterré un libro al azar, oculto bajo una pesada capa de años y polvo. El papel amarillento se escurría entre mis manos, y la historia que escondía cruzaba a toda velocidad ante mis ojos.
Pronto estuve surcando el océano en un navío como el de Espronceda. Me aturdía el ruido de los cien cañones por banda y el aire salobre me impregnaba por completo. El capitán me gritaba algo incomprensible. ¡Fuego! Los cañones soltaron otra andanada. El bajel pirata se acercaba a todo trapo, cortando el mar sobre las olas. Se me encogió el corazón al ver aquel barco alzarse imponente en el horizonte.
Una ola salvaje hizo volcar a nuestro navío, y todo iba hacia el fondo. Logré agarrarme a una tabla de madera, pero una embestida brutal me derrumbó. Era la embestida de una tapa que se cerraba.
Todavía tenía la respiración entrecortada y la garganta reseca por el agua del mar cuando me di cuenta de que estaba allí sentado en el suelo. Decidí que aquel libro no era para mí. Yo necesitaba una historia de amor.
Escogí un libro con una tapa llena de flores y un título hortera. Me senté a leerlo, y pronto paseaba por las calles de Roma de la mano de Paola, mi amor de verano. Todo era perfecto: la brisa de una noche estival en Italia, el aroma de los campos del Lacio, el reflejo de la luna en su pelo… pero entonces ella me dijo que teníamos que hablar seriamente. Le mudó el semblante de tal modo que decidí no saber jamás lo que Paola tenía que decirme. Cerré el libro de encuadernación florida y busqué otra cosa.
Cuando el sol ya abandonó por completo la habitación yo estaba emocionado leyendo el manual de montaje de una estantería Sjöfbur de Ikea. Todavía aguantaba la respiración en el momento de introducir los tornillos del número tres en las ranuras interiores, y solamente pude dar un suspiro de alivio cuando la última balda estuvo ajustada según mis planes. Entonces sonreí contento: había encontrado el libro que buscaba.
Cuando yo cerré tras de mí la puerta, miles de historias lloraron amargamente su orfandad. El náufrago que fue rey y el enamorado que se casó con su amor verdadero nunca llegaron a conocerme. Y en un libro arrinconado alguien lloraba pensando que yo nunca aprendería a usar mi libertad.

lunes, 27 de agosto de 2012

Callejero

Este verano he dedicado una tarde a callejear por Santiago de Compostela. La verdad, es algo muy recomendable. Muchas galerías de arte y tiendas de todo tipo de cosas. Locales con funciones no muy determinadas y... en fin, la bohemia cosmopolita de la ciudad jacobea. La cuestión es que hice algunas fotografías de aficionado que quiero compartir con vosotros.









sábado, 25 de agosto de 2012

Rima XIV

El verano ya agoniza y en morerescultural nos ponemos las pilas. Este curso se presenta emocionante. Pronto celebraremos el tercer aniversario del blog. ¡Tres años sin tirar la toalla! ¡Tres años en los que no hemos hecho más que crecer! En fin, tres años aportando nuestro granito de arena al mundo de la cultura, siendo plataforma para los artistas noveles en distintos campos del arte.

Y hoy tenemos una colaboración muy especial. Esta mañana he recibido una carta del poeta valenciano Luís Sancho, con la que adjuntaba sus últimas rimas. Así que, pidiéndole permiso a posteriori, me tomo la libertad de publicar una de sus rimas en primicia para morerescultural. Dicen que a veces es mejor pedir perdón que permiso. Ésta es una de esas veces.

Bueno, como introducción a la rima diré que es una radiografía de la sociedad en cinco partes, con algunas imágenes realmente buenas. ¡Qué dulce sabor amargo deja en la boca ese "sonrisas falsas en bocas vacías"! ¡Qué sugerente la fortuna de herrumbre, la riqueza vacía! Pero bueno, doy paso a nuestro artista para que os hagáis vosotros vuestra propia imagen.


RIMA XV
I
Somos hijos
De una generación
Que no sabe dónde está.
Somos hermanos
De tantos hombres perdidos.
II
Somos habitantes
De un mundo
Que se hunde en el oscuro
Abismo del egoísmo.
Somos quienes podemos cambiarlo.
III
Somos espectadores
De tragedias rutinarias,
De comedias, de pantomimas,
De sonrisas falsas
En bocas vacías.
Somos lectores
De un cuento
Cuyos héroes no salvan a nadie,
Cuyos autores se equivocaron.
Somos quienes podemos cambiarlo.
IV
Somos herederos
De una fortuna de herrumbre,
De una riqueza vacía,
Hecha de monedas de hojalata.
Somos consumidores
De una realidad inexistente,
Ignorantes en un mundo
Omnisciente.
Somos quienes podemos cambiarlo.
V
Seamos habitantes
De un mundo nuevo,
Hermanos de la vida,
Espectadores de la realidad,
Consumidores de la libertad.
Y respirémosla,
Y saciémonos
del beber de sus aguas
cristalinas y claras.
Miremos al sol de la verdad,
y, al fin, habiéndola gustado
Seremos libres.

martes, 21 de agosto de 2012

Conciencia


A veces soy capaz de ver mi conciencia. Yo no sé cómo será tu conciencia, pero la mía es muy poca cosa. Es una habitación blanca sin paredes ni techo, solamente un suelo infinito, blanco en todas direcciones. Y en medio de la habitación hay un espejo de plata, grande, muy grande. Y enfrente del espejo estoy yo, desnudo, despojado de cualquier defensa, de cualquier armadura, de cualquier arma, de cualquier ropa. Solamente yo mismo frente al espejo.
Dicen que hay gente que tiene la cabeza bien amueblada. Yo me imagino un ir y venir de hombrecillos diminutos por dentro de la cabeza de alguien arrastrando sillas y mesas y armarios con vajillas caras. Y escritorios del siglo XVIII con aire abigarrado, y pesados relojes de oro con toda clase de animales esculpidos en ellos, y un guirigay por todas partes, con los muebles arrastrándose por doquier, y los hombrecillos gritando improperios. “¡Ey, cuidado con mi cabeza!”. “¡¿Qué hace ahí tu cabeza, es que no ves que estoy llevando una mesa?!”. “¡Eh, tío, ¿qué coño te pasa? Relájate!”
Y es que además en estas cabezas bien amuebladas están siempre de reformas, y otros hombrecillos barrigones han construido un andamio altísimo y están tapando goteras con un poco de escayola para salir del apuro. Tienen, además, una radio encendida a todo volumen. Se escucha “Los Cuarenta Principales” en toda la manzana.
Y así es como me imagino yo una cabeza bien amueblada. En cambio mi conciencia no tiene más muebles que ese inmenso espejo argentado. Y yo mismo me siento frente al espejo y lloro. Quizá tengo algún tipo de anorexia moral, porque cada vez que me veo reflejado en el espejo de mi conciencia me veo peor.
Esta mañana, por ejemplo, le he pegado una colleja a mi hermano pequeño porque me iba ganando en un juego de mesa. Entonces él se ha puesto a llorar y a mí me ha costado horrores pronunciar “lo siento”. Después me he visto irremediablemente reflejado en el espejo de mi conciencia  y mi personal Pepito Grillo ha enviado un verdugo contra mí.
Su verdugo es una especie de basilisco que me corroe las entrañas. Es una sensación parecida a estar enamorado, pero en lugar de querer a alguien te odias a ti mismo.
Y por último estoy aquí sentado, frente a una página en blanco, tratando de describir mi conciencia. Y mi reflejo anoréxico me observa con cara de pocos amigos desde el espejo, y me pregunto si realmente existe.

domingo, 22 de julio de 2012


Mis pasos suenan demasiado ruidosos en la casa vacía. Quizá suenan todavía más potentes en mi cabeza tus palabras. El sol entra por los cristales sucios y rotos de las ventanas sin cortinas. Un paso. Otro paso. Y otro. La cocina parece demasiado grande sin una mesa, ni sillas, ni ese olor a la paella del domingo. A cambio, un banco de mármol blanco, completamente vacío, cubierto por una pátina no tan fina de polvo, parece decir algo que yo no alcanzo a comprender.
En el salón no hay sillones y un televisor del siglo pasado descansa sobre el suelo porque alguien se llevó tiempo atrás el mueble que lo soportaba. En el revistero un par de periódicos amarillos de tiempo datan de octubre del noventa y cinco. Sigo andando por la casa -¿o por mis pensamientos?- sin rumbo aparente.
Camino perdido en un mundo que no es mío. Me da la sensación de que se me escapa algo. Todo a mi alrededor parece formar parte de una cósmica jugarreta que no logro descubrir. El silencio de las paredes, de las estanterías y de los libros, de las ventanas y hasta del aire es una suerte de silencio burlón. Hay en esta casa una historia increíble que anda sepultada por una capa gruesa de polvo y años, y hay dentro de mí una historia oculta por otros tantos años por venir.
¿Es que acaso todas las fuerzas del universo se han conjugado para cerrarme los ojos y los oídos? Y en medio de la casa silenciosa caigo de rodillas y una lágrima huye mejilla abajo en busca de un libro ya cerrado y de otro que todavía no se ha escrito.

sábado, 23 de junio de 2012

Noche

Hoy toca otro microrrelato. Esta vez versa sobre la noche. Es, como todos, una reflexión personal sobre una experiencia más o menos cierta.

03:28 am
No puedo dormir. Me levanto en la oscuridad y camino a tientas hacia la ventana. La abro y entra la noche. La noche con su silencio y su oscuridad.
El silencio nocturno se me antoja casi sagrado. Camino como un sacrílego, temeroso de romper el silencio. La oscuridad fuera de mi ventana es más oscura… ¿cómo explicarlo? Es una oscuridad más grande, más salvaje, más profunda, más misteriosa.
La noche entra también con ese fresco del crepúsculo de verano que hace que un escalofrío me recorra la espalda. Se escucha un coche circular a lo lejos… pero no pueden medirse las distancias en la noche. Algunos pájaros nocturnos, acechantes entre los árboles, ululan. Y su ulular en la noche no rompe el silencio, sino que lo hace más inmenso. Son el eco de la oscuridad, el reflejo del silencio.
En mi interior, mi yo más prudente me dice que cierre la ventana y vuelva a la seguridad de mis sábanas. En cambio, otra voz más aventurera me reta a adentrarme en la noche. Ve –me dice- a la noche. Descubre la vida salvaje, arriésgate, haz locuras. Yo sonrío ante el reto que me propone mi propia conciencia.
Está bien –me dije- vayamos a la noche, descubrámosla.

martes, 19 de junio de 2012

Música

Después de un tiempo sin que me visitasen las musas, esta mañana he conseguido hilvanar unas palabras. No tienen nada de extraordinario, pero ahí están, y algo es algo. Bueno, aquí os lo dejo:


Dejé que se me llevaran los acordes melodiosos, intangibles, a algún lugar no sé muy bien dónde. La música florece y se extingue en el tiempo y, en cambio, es puerta que se abre a mundos intemporales.

¡Oh, música de los dioses! Deidad en sí misma, ritmo divino, armonía celeste, melodía antiquísima, siempre joven.

La música abre puertas, tiende puentes, como la palabra, entre lo divino y lo humano, entre lo finito y lo infinito, lo mortal y lo imperecedero.

Y te miro a ti haciendo tu música, abriendo puertas, tendiendo puentes, mostrándome el mismo mundo de siempre de otro modo absolutamente desconocido, y pienso que quizá seas alguna suerte de arcángel que viene a abrirme los ojos.

Pero termina la obra, escrita por un mortal, y tu sonrisa inabarcable me recuerda que no eres ningún ser impalpable, incorpóreo, sino que eres hombre, como yo, hecho de carne y de sangre.

Tu corazón, como el mío, tiene las mismas flaquezas y los mismos anhelos, tu alma sufre de lo mismo que la mía y tu espíritu se engrandece por las mismas cosas que el mío propio.

Termina el concierto. Te doy un apretón de manos. Gracias. Lo digo de corazón, gracias. Hoy me has enseñado lo que significa ser hombre.

domingo, 10 de junio de 2012

Sueños

Este relato corto lo escribí pensando en un concurso sobre los sueños de juventud, pero finalmente no lo presenté, así que he decidido desenterrarlo para morerescultural. Espero que os guste.


El sol de la mañana doraba su torso desnudo. Los brazos tostados, como el pecho, estaban manchados de mil colores. Su sombrero ancho de paja le ensombrecía los ojos verdes, fascinantes, extraordinarios, ventanas del alma; capaces de expresar el amor más apasionado y el odio más profundo.

Y esos ojos miraban con expresión vivaracha un lienzo a medio pintar. Se veían las líneas dibujadas a carboncillo por debajo de una fina capa de pintura muy aguada. Aquello que pintaba apenas era todavía el sueño de un cuadro que iba tomando forma.

Y dejaba soñar a su pincel. Soñaba cosas maravillosas. Una pintura inmensa, eterna, capaz de decir un millón de cosas a quienquiera que la viese. Cuatro pinceladas bien dadas y parecía que la luz quedara atrapada en el pigmento. Vivía pintando sus sueños y soñando sus pinturas. Y nunca se cansaba de soñar. Soñó cosas altísimas. Soñó un viaje en barco. Soñó que surcaba los océanos con la más atrevida de las tripulaciones. Soñó que atravesaba cien tormentas y gritaba al viento mil canciones de piratas.

Soñó un océano infinito, y que era todo para él. Soñó que era su barco su tesoro, su dios, la libertad, su ley, la fuerza y el viento, su única patria, la mar. Y soñó el ruido ensordecedor de los cañones de bronce, y los gritos de “al abordaje”, y las victorias, y las derrotas. Soñó que en su travesía se enfrentaba a lobos de mar y a los demonios de las profundidades, que cortaba la cabeza de Medusa y se ataba al palo mayor para evitar a las sirenas. Soñó que en su periplo lo acompañaban algunas personas extraordinarias, por quienes hubiera dado, sin pensarlo dos veces, la vida entera. Y soñó que un día, cansado ya de navegar, abandonaba su navío para que otro marinero con ansias de aventura lo encontrase, y embarcaba en un velero de blancas velas que avanzaba sin necesidad de viento para poner rumbo por fin y para siempre a Ítaca.

Y cuando el sol ya se ponía y sus brazos tostados se habían vuelto fláccidos, y su sombrero de paja se le cayó de la cabeza y sus ojos verdes se hundieron todavía más, y su pelo se volvió gris y su barba cana, firmó el lienzo, guardó los pinceles, y toda su vida (vivida, soñada) quedaba atrapada sobre la tela.

viernes, 25 de mayo de 2012

Vivografía

Técnica mixta sobre lienzo, 46cmx38cm
Este cuadro está realizado del mismo modo que el anterior, como ya os adelanté. Y con él empieza la Vivografía, que es ni más ni menos que el Vivismo en imágenes. Este primer cuadro vivográfico no es, en realidad, vivográfico. Es una alegoría al Vivismo en su conjunto. En teoría, no debería explicar el cuadro, sino que debería dejar que cada cual sacase sus conclusiones y limitarme a hablar de la parte técnica. No obstante, voy a saltarme la norma, porque es inevitable.
Una imagen vale más que mil palabras. Lo que pretendo con este lienzo es hablar del Vivismo con una imagen. El Vivismo propone cambiar el mundo con las palabras. Pero para poder cambiar el mundo con las palabras, para saber utilizarlas y que ello sea atractivo, hay que tener una cosa que se llama cultura. Y este blog se llama morerescultural, así que está más que justificado que pida cultura. Y la cultura, la formación que necesitamos para cambiar el mundo, es esa estantería que queda en la sombra. No es lo principal. Queda oculto y, sin embargo, sostiene el cuadro. Esa es la primera idea que quería resaltar, que hemos de ser gente culta para poder pambiar el mundo. Culto significa cultivado. Tenemos que sentir siempre curiosidad por todo, por aprender cosas nuevas.
A continuación tenemos la mano que escribe. Ese es el Vivista, aquél que se atreve a escribir su propia historia y a cambiar el mundo. Si os fijáis en el libro, esta encuadernado y, en cambio, tiene las hojas en blanco. Es un diario. Es la vida. El Vivista se atreve a escribir su vida en un Cuaderno de Robos, donde arrebata al tiempo el instante fugaz con su belleza. Así resaltamos la segunda idea: el atrevimiento del poeta, sus ganas de escribir su propia historia, y sus ganas de cambiar el mundo. Verba Mutabunt Mundum. Las palabras cambiarán el mundo, esa es nuestra máxima.
Tenemos también la ventana abierta. La ventana abierta es el mundo entero. El diario es el mundo interior del vivista, pero la ventana está abierta. El mundo está ahí fuera. No podemos quedarnos encerrados en nosotros mismos. La textura del fondo incluye unas líneas que van desde el cuaderno hacia la ventana. Son las palabras que se escapan, que van al mundo, y lo cambian.
Y después el mar, infinito y azul. El mundo es inmenso, y podemos -¡debemos!- luchar por hacer un mundo mejor. Esta es la idea, que desde la cultura mejoremos nosotros y hagamos cambiar el mundo, y hacerlo cambiar a mejor.
Por último queda el café, que es el elemento más importante, el más profundo, el que acabad de dar sentido al conjunto... Pero si os dijera lo que significa no daría lugar a la imaginación. De todos modos, quien tiene que entenderlo ya lo ha entendido.