03:28 am
No puedo dormir. Me levanto en la oscuridad y
camino a tientas hacia la ventana. La abro y entra la noche. La noche con su
silencio y su oscuridad.
El silencio nocturno se me antoja casi
sagrado. Camino como un sacrílego, temeroso de romper el silencio. La oscuridad
fuera de mi ventana es más oscura… ¿cómo explicarlo? Es una oscuridad más
grande, más salvaje, más profunda, más misteriosa.
La noche entra también con ese fresco del
crepúsculo de verano que hace que un escalofrío me recorra la espalda. Se
escucha un coche circular a lo lejos… pero no pueden medirse las distancias en
la noche. Algunos pájaros nocturnos, acechantes entre los árboles, ululan. Y su
ulular en la noche no rompe el silencio, sino que lo hace más inmenso. Son el
eco de la oscuridad, el reflejo del silencio.
En mi interior, mi yo más prudente me dice
que cierre la ventana y vuelva a la seguridad de mis sábanas. En cambio, otra
voz más aventurera me reta a adentrarme en la noche. Ve –me dice- a la noche.
Descubre la vida salvaje, arriésgate, haz locuras. Yo sonrío ante el reto que
me propone mi propia conciencia.
Está bien –me dije- vayamos a la noche,
descubrámosla.
Qué bueno. Claramente la noche es uno de nuestros temas preferidos. Es un instante de gran belleza, y es sencillo hacerlo eterno. Sigamos así. Cambiaremos el mundo.
ResponderEliminarLa noche es sencillamente... sublime. The world is ours.
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