sábado, 27 de abril de 2013
miércoles, 20 de marzo de 2013
Ikea
Mis pasos sonaban
silenciosos entre los libros. La luz de un atardecer de primavera se colaba por
el ventanal como una novia celosa de su amado, y el silencio oprimía mis oídos y
mi corazón.
Me senté en el suelo
cruzando las piernas y observé todo a mi alrededor. Las estanterías se alzaban
infinitas hasta el techo, repletas de historias. Todos los libros parecían
susurrar al mismo tiempo… pero hablaban bajito, tan bajito que yo no alcanzaba a
entender lo que decían.
Desenterré un libro al
azar, oculto bajo una pesada capa de años y polvo. El papel amarillento se
escurría entre mis manos, y la historia que escondía cruzaba a toda velocidad
ante mis ojos.
Pronto estuve surcando
el océano en un navío como el de Espronceda. Me aturdía el ruido de los cien
cañones por banda y el aire salobre me impregnaba por completo. El capitán me
gritaba algo incomprensible. ¡Fuego! Los cañones soltaron otra andanada. El
bajel pirata se acercaba a todo trapo, cortando el mar sobre las olas. Se me
encogió el corazón al ver aquel barco alzarse imponente en el horizonte.
Una ola salvaje hizo
volcar a nuestro navío, y todo iba hacia el fondo. Logré agarrarme a una tabla
de madera, pero una embestida brutal me derrumbó. Era la embestida de una tapa
que se cerraba.
Todavía tenía la
respiración entrecortada y la garganta reseca por el agua del mar cuando me di
cuenta de que estaba allí sentado en el suelo. Decidí que aquel libro no era
para mí. Yo necesitaba una historia de amor.
Escogí un libro con una
tapa llena de flores y un título hortera. Me senté a leerlo, y pronto paseaba
por las calles de Roma de la mano de Paola, mi amor de verano. Todo era
perfecto: la brisa de una noche estival en Italia, el aroma de los campos del Lacio, el reflejo de la luna en su pelo… pero entonces ella me dijo que
teníamos que hablar seriamente. Le mudó el semblante de tal modo que decidí no
saber jamás lo que Paola tenía que decirme. Cerré el libro de encuadernación
florida y busqué otra cosa.
Cuando el sol ya
abandonó por completo la habitación yo estaba emocionado leyendo el manual de
montaje de una estantería Sjöfbur de Ikea. Todavía aguantaba la respiración en
el momento de introducir los tornillos del número tres en las ranuras
interiores, y solamente pude dar un suspiro de alivio cuando la última balda
estuvo ajustada según mis planes. Entonces sonreí contento: había encontrado el
libro que buscaba.
Cuando yo cerré tras de
mí la puerta, miles de historias lloraron amargamente su orfandad. El náufrago
que fue rey y el enamorado que se casó con su amor verdadero nunca llegaron a
conocerme. Y en un libro arrinconado alguien lloraba pensando que yo nunca
aprendería a usar mi libertad.
lunes, 27 de agosto de 2012
Callejero
Este verano he dedicado una tarde a callejear por Santiago de Compostela. La verdad, es algo muy recomendable. Muchas galerías de arte y tiendas de todo tipo de cosas. Locales con funciones no muy determinadas y... en fin, la bohemia cosmopolita de la ciudad jacobea. La cuestión es que hice algunas fotografías de aficionado que quiero compartir con vosotros.
sábado, 25 de agosto de 2012
Rima XIV
El verano ya agoniza y en morerescultural nos ponemos las pilas. Este curso se presenta emocionante. Pronto celebraremos el tercer aniversario del blog. ¡Tres años sin tirar la toalla! ¡Tres años en los que no hemos hecho más que crecer! En fin, tres años aportando nuestro granito de arena al mundo de la cultura, siendo plataforma para los artistas noveles en distintos campos del arte.
Y hoy tenemos una colaboración muy especial. Esta mañana he recibido una carta del poeta valenciano Luís Sancho, con la que adjuntaba sus últimas rimas. Así que, pidiéndole permiso a posteriori, me tomo la libertad de publicar una de sus rimas en primicia para morerescultural. Dicen que a veces es mejor pedir perdón que permiso. Ésta es una de esas veces.
Bueno, como introducción a la rima diré que es una radiografía de la sociedad en cinco partes, con algunas imágenes realmente buenas. ¡Qué dulce sabor amargo deja en la boca ese "sonrisas falsas en bocas vacías"! ¡Qué sugerente la fortuna de herrumbre, la riqueza vacía! Pero bueno, doy paso a nuestro artista para que os hagáis vosotros vuestra propia imagen.
Y hoy tenemos una colaboración muy especial. Esta mañana he recibido una carta del poeta valenciano Luís Sancho, con la que adjuntaba sus últimas rimas. Así que, pidiéndole permiso a posteriori, me tomo la libertad de publicar una de sus rimas en primicia para morerescultural. Dicen que a veces es mejor pedir perdón que permiso. Ésta es una de esas veces.
Bueno, como introducción a la rima diré que es una radiografía de la sociedad en cinco partes, con algunas imágenes realmente buenas. ¡Qué dulce sabor amargo deja en la boca ese "sonrisas falsas en bocas vacías"! ¡Qué sugerente la fortuna de herrumbre, la riqueza vacía! Pero bueno, doy paso a nuestro artista para que os hagáis vosotros vuestra propia imagen.
RIMA XV
I
Somos hijos
De una generación
Que no sabe dónde está.
Somos hermanos
De tantos hombres perdidos.
II
Somos habitantes
De un mundo
Que se hunde en el oscuro
Abismo del egoísmo.
Somos quienes podemos cambiarlo.
III
Somos espectadores
De tragedias rutinarias,
De comedias, de pantomimas,
De sonrisas falsas
En bocas vacías.
Somos lectores
De un cuento
Cuyos héroes no salvan a nadie,
Cuyos autores se equivocaron.
Somos quienes podemos cambiarlo.
IV
Somos herederos
De una fortuna de herrumbre,
De una riqueza vacía,
Hecha de monedas de hojalata.
Somos consumidores
De una realidad inexistente,
Ignorantes en un mundo
Omnisciente.
Somos quienes podemos cambiarlo.
V
Seamos habitantes
De un mundo nuevo,
Hermanos de la vida,
Espectadores de la realidad,
Consumidores de la libertad.
Y respirémosla,
Y saciémonos
del beber de sus aguas
cristalinas y claras.
Miremos al sol de la verdad,
y, al fin, habiéndola gustado
Seremos libres.
martes, 21 de agosto de 2012
Conciencia
A veces
soy capaz de ver mi conciencia. Yo no sé cómo será tu conciencia, pero la mía
es muy poca cosa. Es una habitación blanca sin paredes ni techo, solamente un
suelo infinito, blanco en todas direcciones. Y en medio de la habitación hay un
espejo de plata, grande, muy grande. Y enfrente del espejo estoy yo, desnudo,
despojado de cualquier defensa, de cualquier armadura, de cualquier arma, de
cualquier ropa. Solamente yo mismo frente al espejo.
Dicen que
hay gente que tiene la cabeza bien amueblada. Yo me imagino un ir y venir de
hombrecillos diminutos por dentro de la cabeza de alguien arrastrando sillas y
mesas y armarios con vajillas caras. Y escritorios del siglo XVIII con aire
abigarrado, y pesados relojes de oro con toda clase de animales esculpidos en
ellos, y un guirigay por todas partes, con los muebles arrastrándose por
doquier, y los hombrecillos gritando improperios. “¡Ey, cuidado con mi
cabeza!”. “¡¿Qué hace ahí tu cabeza, es que no ves que estoy llevando una
mesa?!”. “¡Eh, tío, ¿qué coño te pasa? Relájate!”
Y es que
además en estas cabezas bien amuebladas están siempre de reformas, y otros
hombrecillos barrigones han construido un andamio altísimo y están tapando
goteras con un poco de escayola para salir del apuro. Tienen, además, una radio
encendida a todo volumen. Se escucha “Los Cuarenta Principales” en toda la
manzana.
Y así es
como me imagino yo una cabeza bien amueblada. En cambio mi conciencia no tiene
más muebles que ese inmenso espejo argentado. Y yo mismo me siento frente al
espejo y lloro. Quizá tengo algún tipo de anorexia moral, porque cada vez que
me veo reflejado en el espejo de mi conciencia me veo peor.
Esta
mañana, por ejemplo, le he pegado una colleja a mi hermano pequeño porque me
iba ganando en un juego de mesa. Entonces él se ha puesto a llorar y a mí me ha
costado horrores pronunciar “lo siento”. Después me he visto irremediablemente
reflejado en el espejo de mi conciencia
y mi personal Pepito Grillo ha enviado un verdugo contra mí.
Su
verdugo es una especie de basilisco que me corroe las entrañas. Es una
sensación parecida a estar enamorado, pero en lugar de querer a alguien te
odias a ti mismo.
Y por
último estoy aquí sentado, frente a una página en blanco, tratando de describir
mi conciencia. Y mi reflejo anoréxico me observa con cara de pocos amigos desde
el espejo, y me pregunto si realmente existe.
domingo, 22 de julio de 2012
Mis pasos suenan demasiado ruidosos en la casa vacía. Quizá suenan todavía
más potentes en mi cabeza tus palabras. El sol entra por los cristales sucios y
rotos de las ventanas sin cortinas. Un paso. Otro paso. Y otro. La cocina
parece demasiado grande sin una mesa, ni sillas, ni ese olor a la paella del
domingo. A cambio, un banco de mármol blanco, completamente vacío, cubierto por
una pátina no tan fina de polvo, parece decir algo que yo no alcanzo a comprender.
En el salón no hay sillones y un televisor del siglo pasado descansa sobre
el suelo porque alguien se llevó tiempo atrás el mueble que lo soportaba. En el
revistero un par de periódicos amarillos de tiempo datan de octubre del noventa
y cinco. Sigo andando por la casa -¿o por mis pensamientos?- sin rumbo
aparente.
Camino perdido en un mundo que no es mío. Me da la sensación de que se me
escapa algo. Todo a mi alrededor parece formar parte de una cósmica jugarreta
que no logro descubrir. El silencio de las paredes, de las estanterías y de los
libros, de las ventanas y hasta del aire es una suerte de silencio burlón. Hay
en esta casa una historia increíble que anda sepultada por una capa gruesa de
polvo y años, y hay dentro de mí una historia oculta por otros tantos años por
venir.
¿Es que acaso todas las fuerzas del universo se han conjugado para
cerrarme los ojos y los oídos? Y en medio de la casa silenciosa caigo de
rodillas y una lágrima huye mejilla abajo en busca de un libro ya cerrado y de
otro que todavía no se ha escrito.
sábado, 23 de junio de 2012
Noche
Hoy toca otro microrrelato. Esta vez versa sobre la noche. Es, como todos, una reflexión personal sobre una experiencia más o menos cierta.
03:28 am
No puedo dormir. Me levanto en la oscuridad y
camino a tientas hacia la ventana. La abro y entra la noche. La noche con su
silencio y su oscuridad.
El silencio nocturno se me antoja casi
sagrado. Camino como un sacrílego, temeroso de romper el silencio. La oscuridad
fuera de mi ventana es más oscura… ¿cómo explicarlo? Es una oscuridad más
grande, más salvaje, más profunda, más misteriosa.
La noche entra también con ese fresco del
crepúsculo de verano que hace que un escalofrío me recorra la espalda. Se
escucha un coche circular a lo lejos… pero no pueden medirse las distancias en
la noche. Algunos pájaros nocturnos, acechantes entre los árboles, ululan. Y su
ulular en la noche no rompe el silencio, sino que lo hace más inmenso. Son el
eco de la oscuridad, el reflejo del silencio.
En mi interior, mi yo más prudente me dice
que cierre la ventana y vuelva a la seguridad de mis sábanas. En cambio, otra
voz más aventurera me reta a adentrarme en la noche. Ve –me dice- a la noche.
Descubre la vida salvaje, arriésgate, haz locuras. Yo sonrío ante el reto que
me propone mi propia conciencia.
Está bien –me dije- vayamos a la noche,
descubrámosla.
martes, 19 de junio de 2012
Música
Después de un tiempo sin que me visitasen las musas, esta mañana he conseguido hilvanar unas palabras. No tienen nada de extraordinario, pero ahí están, y algo es algo. Bueno, aquí os lo dejo:
Dejé que se me llevaran los acordes melodiosos, intangibles,
a algún lugar no sé muy bien dónde. La música florece y se extingue en el
tiempo y, en cambio, es puerta que se abre a mundos intemporales.
¡Oh, música de los dioses! Deidad en sí misma,
ritmo divino, armonía celeste, melodía antiquísima, siempre joven.
La música abre puertas, tiende puentes, como la
palabra, entre lo divino y lo humano, entre lo finito y lo infinito, lo mortal
y lo imperecedero.
Y te miro a ti haciendo tu música, abriendo puertas,
tendiendo puentes, mostrándome el mismo mundo de siempre de otro modo
absolutamente desconocido, y pienso que quizá seas alguna suerte de arcángel
que viene a abrirme los ojos.
Pero termina la obra, escrita por un mortal, y tu
sonrisa inabarcable me recuerda que no eres ningún ser impalpable, incorpóreo,
sino que eres hombre, como yo, hecho de carne y de sangre.
Tu corazón, como el mío, tiene las mismas flaquezas
y los mismos anhelos, tu alma sufre de lo mismo que la mía y tu espíritu se
engrandece por las mismas cosas que el mío propio.
Termina el concierto. Te doy un apretón de manos.
Gracias. Lo digo de corazón, gracias. Hoy me has enseñado lo que significa ser
hombre.
domingo, 10 de junio de 2012
Sueños
Este relato corto lo escribí pensando en un concurso sobre los sueños de juventud, pero finalmente no lo presenté, así que he decidido desenterrarlo para morerescultural. Espero que os guste.
Y cuando el sol ya se
ponía y sus brazos tostados se habían vuelto fláccidos, y su sombrero de paja
se le cayó de la cabeza y sus ojos verdes se hundieron todavía más, y su pelo
se volvió gris y su barba cana, firmó el lienzo, guardó los pinceles, y toda su
vida (vivida, soñada) quedaba atrapada sobre la tela.
El sol de la mañana doraba
su torso desnudo. Los brazos tostados, como el pecho, estaban manchados de mil
colores. Su sombrero ancho de paja le ensombrecía los ojos verdes, fascinantes,
extraordinarios, ventanas del alma; capaces de expresar el amor más apasionado y el
odio más profundo.
Y esos ojos miraban con
expresión vivaracha un lienzo a medio pintar. Se veían las líneas dibujadas a
carboncillo por debajo de una fina capa de pintura muy aguada. Aquello que
pintaba apenas era todavía el sueño de un cuadro que iba tomando forma.
Y dejaba soñar a su pincel.
Soñaba cosas maravillosas. Una pintura inmensa, eterna, capaz de decir un
millón de cosas a quienquiera que la viese. Cuatro pinceladas bien dadas y
parecía que la luz quedara atrapada en el pigmento. Vivía pintando sus sueños y
soñando sus pinturas. Y nunca se cansaba de soñar. Soñó cosas altísimas. Soñó
un viaje en barco. Soñó que surcaba los océanos con la más atrevida de las
tripulaciones. Soñó que atravesaba cien tormentas y gritaba al viento mil canciones
de piratas.
Soñó un océano infinito, y
que era todo para él. Soñó que era su barco su tesoro, su dios, la libertad, su
ley, la fuerza y el viento, su única patria, la mar. Y soñó el ruido
ensordecedor de los cañones de bronce, y los gritos de “al abordaje”, y las
victorias, y las derrotas. Soñó que en su travesía se enfrentaba a lobos de mar
y a los demonios de las profundidades, que cortaba la cabeza de Medusa y se
ataba al palo mayor para evitar a las sirenas. Soñó que en su periplo lo
acompañaban algunas personas extraordinarias, por quienes hubiera dado, sin
pensarlo dos veces, la vida entera. Y soñó que un día, cansado ya de navegar,
abandonaba su navío para que otro marinero con ansias de aventura lo encontrase,
y embarcaba en un velero de blancas velas que avanzaba sin necesidad de viento
para poner rumbo por fin y para siempre a Ítaca.
viernes, 25 de mayo de 2012
Vivografía
Técnica mixta sobre lienzo, 46cmx38cm
Este cuadro está realizado del mismo modo que el anterior, como ya os adelanté. Y con él empieza la Vivografía, que es ni más ni menos que el Vivismo en imágenes. Este primer cuadro vivográfico no es, en realidad, vivográfico. Es una alegoría al Vivismo en su conjunto. En teoría, no debería explicar el cuadro, sino que debería dejar que cada cual sacase sus conclusiones y limitarme a hablar de la parte técnica. No obstante, voy a saltarme la norma, porque es inevitable.
Una imagen vale más que mil palabras. Lo que pretendo con este lienzo es hablar del Vivismo con una imagen. El Vivismo propone cambiar el mundo con las palabras. Pero para poder cambiar el mundo con las palabras, para saber utilizarlas y que ello sea atractivo, hay que tener una cosa que se llama cultura. Y este blog se llama morerescultural, así que está más que justificado que pida cultura. Y la cultura, la formación que necesitamos para cambiar el mundo, es esa estantería que queda en la sombra. No es lo principal. Queda oculto y, sin embargo, sostiene el cuadro. Esa es la primera idea que quería resaltar, que hemos de ser gente culta para poder pambiar el mundo. Culto significa cultivado. Tenemos que sentir siempre curiosidad por todo, por aprender cosas nuevas.
A continuación tenemos la mano que escribe. Ese es el Vivista, aquél que se atreve a escribir su propia historia y a cambiar el mundo. Si os fijáis en el libro, esta encuadernado y, en cambio, tiene las hojas en blanco. Es un diario. Es la vida. El Vivista se atreve a escribir su vida en un Cuaderno de Robos, donde arrebata al tiempo el instante fugaz con su belleza. Así resaltamos la segunda idea: el atrevimiento del poeta, sus ganas de escribir su propia historia, y sus ganas de cambiar el mundo. Verba Mutabunt Mundum. Las palabras cambiarán el mundo, esa es nuestra máxima.
Tenemos también la ventana abierta. La ventana abierta es el mundo entero. El diario es el mundo interior del vivista, pero la ventana está abierta. El mundo está ahí fuera. No podemos quedarnos encerrados en nosotros mismos. La textura del fondo incluye unas líneas que van desde el cuaderno hacia la ventana. Son las palabras que se escapan, que van al mundo, y lo cambian.
Y después el mar, infinito y azul. El mundo es inmenso, y podemos -¡debemos!- luchar por hacer un mundo mejor. Esta es la idea, que desde la cultura mejoremos nosotros y hagamos cambiar el mundo, y hacerlo cambiar a mejor.
Por último queda el café, que es el elemento más importante, el más profundo, el que acabad de dar sentido al conjunto... Pero si os dijera lo que significa no daría lugar a la imaginación. De todos modos, quien tiene que entenderlo ya lo ha entendido.
Este cuadro está realizado del mismo modo que el anterior, como ya os adelanté. Y con él empieza la Vivografía, que es ni más ni menos que el Vivismo en imágenes. Este primer cuadro vivográfico no es, en realidad, vivográfico. Es una alegoría al Vivismo en su conjunto. En teoría, no debería explicar el cuadro, sino que debería dejar que cada cual sacase sus conclusiones y limitarme a hablar de la parte técnica. No obstante, voy a saltarme la norma, porque es inevitable.
Una imagen vale más que mil palabras. Lo que pretendo con este lienzo es hablar del Vivismo con una imagen. El Vivismo propone cambiar el mundo con las palabras. Pero para poder cambiar el mundo con las palabras, para saber utilizarlas y que ello sea atractivo, hay que tener una cosa que se llama cultura. Y este blog se llama morerescultural, así que está más que justificado que pida cultura. Y la cultura, la formación que necesitamos para cambiar el mundo, es esa estantería que queda en la sombra. No es lo principal. Queda oculto y, sin embargo, sostiene el cuadro. Esa es la primera idea que quería resaltar, que hemos de ser gente culta para poder pambiar el mundo. Culto significa cultivado. Tenemos que sentir siempre curiosidad por todo, por aprender cosas nuevas.
A continuación tenemos la mano que escribe. Ese es el Vivista, aquél que se atreve a escribir su propia historia y a cambiar el mundo. Si os fijáis en el libro, esta encuadernado y, en cambio, tiene las hojas en blanco. Es un diario. Es la vida. El Vivista se atreve a escribir su vida en un Cuaderno de Robos, donde arrebata al tiempo el instante fugaz con su belleza. Así resaltamos la segunda idea: el atrevimiento del poeta, sus ganas de escribir su propia historia, y sus ganas de cambiar el mundo. Verba Mutabunt Mundum. Las palabras cambiarán el mundo, esa es nuestra máxima.
Tenemos también la ventana abierta. La ventana abierta es el mundo entero. El diario es el mundo interior del vivista, pero la ventana está abierta. El mundo está ahí fuera. No podemos quedarnos encerrados en nosotros mismos. La textura del fondo incluye unas líneas que van desde el cuaderno hacia la ventana. Son las palabras que se escapan, que van al mundo, y lo cambian.
Y después el mar, infinito y azul. El mundo es inmenso, y podemos -¡debemos!- luchar por hacer un mundo mejor. Esta es la idea, que desde la cultura mejoremos nosotros y hagamos cambiar el mundo, y hacerlo cambiar a mejor.
Por último queda el café, que es el elemento más importante, el más profundo, el que acabad de dar sentido al conjunto... Pero si os dijera lo que significa no daría lugar a la imaginación. De todos modos, quien tiene que entenderlo ya lo ha entendido.
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