Ante la insistencia del administrador, os dejo suspenso en el aire de este magnífico blog otro retazo de la serie de poesías compuestas para la familia. Esta vez el poema se recrea en el ambiente de la casa solariega donde pasaba mis veranos de niño del que quedan vagos recuerdos, difícilmente hilvanados, y en los que veladamente se entresacan apuntes de mis impresiones sobre algunos parientes próximos, algunos fallecidos ya hace años, otros todavía en vida. Quizás no debería haber introducido con este comentario el poema para que cada uno lo “viva” a su manera. Me interesaría saber qué os sugiere:
Lejos, apartado,
entre rosas rojas y geranios tiernos,
cada tarde brotan un sinfín de chispas.
Junto al tronco hueco, frente a la terraza,
Sobre la balconada del estaque quieto,
cae en cascada de armonioso verde,
derrocha aroma, vierte enloquecido,
la enramada espesa de su amor perlado.
Más arriba, desde la ladera,
la áspera resina de los pinos altos,
el dulzor fecundo de la parra extensa,
miran de reojo con envidia nueva
cada tarde su brillar sencillo.
Aturdido, ebrio,
en la noche el insecto huye,
le pierde la esencia de su olor sincero.
A la luz del día, ciega de avaricia,
la abeja no se atreve a tocar su néctar.
….Tan bien guarnecido.
….Tan bien protegido.
Delicada, sigilosa,
la señora un ebúrneo broche al ojal se lleva
para que en la noche estalle
rosetón de pólvora que cale.
Al atardecer,
bajo la pendiente de pinocha húmeda.
Al atardecer,
la sombría parra y el callado estanque,
cuando el sol se pone tras de la ladera,
ni la abeja zumba ni el insecto vuela.
Y al anochecer,
Ay,… al anochecer.
El tronco hueco
viejo testigo, privilegio, amigo,
en los días tórridos, cobijo;
en las noches de rocío, abrigo,
contempla extasiado.
Aspira profundo.
Roza la locura,
y su blanco nimbado a la luna admira.
…. Tú, jardín preciado.
…. Tú, jazmín soñado.
Antonio Ortolá Ortolá (12-01-2011)
Lejos, apartado,
entre rosas rojas y geranios tiernos,
cada tarde brotan un sinfín de chispas.
Junto al tronco hueco, frente a la terraza,
Sobre la balconada del estaque quieto,
cae en cascada de armonioso verde,
derrocha aroma, vierte enloquecido,
la enramada espesa de su amor perlado.
Más arriba, desde la ladera,
la áspera resina de los pinos altos,
el dulzor fecundo de la parra extensa,
miran de reojo con envidia nueva
cada tarde su brillar sencillo.
Aturdido, ebrio,
en la noche el insecto huye,
le pierde la esencia de su olor sincero.
A la luz del día, ciega de avaricia,
la abeja no se atreve a tocar su néctar.
….Tan bien guarnecido.
….Tan bien protegido.
Delicada, sigilosa,
la señora un ebúrneo broche al ojal se lleva
para que en la noche estalle
rosetón de pólvora que cale.
Al atardecer,
bajo la pendiente de pinocha húmeda.
Al atardecer,
la sombría parra y el callado estanque,
cuando el sol se pone tras de la ladera,
ni la abeja zumba ni el insecto vuela.
Y al anochecer,
Ay,… al anochecer.
El tronco hueco
viejo testigo, privilegio, amigo,
en los días tórridos, cobijo;
en las noches de rocío, abrigo,
contempla extasiado.
Aspira profundo.
Roza la locura,
y su blanco nimbado a la luna admira.
…. Tú, jardín preciado.
…. Tú, jazmín soñado.
Antonio Ortolá Ortolá (12-01-2011)
Oye, el Tono va en serio o qué??
ResponderEliminarEsto ya no es cualquier cosa.
¿Quién es Toni? Siempre comenta y no se quién es,es de Moreres?
ResponderEliminarMuy bueno, Tono, es muy bonita, muy sentida. Gracias por dejarnos un poco de tu arte.
ResponderEliminarTono; yo no soy un sentimentalista, así que me he emocionado, pero vale la pena con este gran poema. El mejor de los que has escrito.
ResponderEliminarEs que no me conoces Alvaro Ferragut. Vivo en Valencia. Pero algún día me gustaría pasar por Moreres, la verdad. Es muy interesante todo lo que hacéis ahí.
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